jueves, 7 de junio de 2018

El torbellino en mi cerebro.

Todos nos enfrentamos al estrés día a día. Si alguien te dice que jamás se ha encontrado con una situación que le provoque aunque sea un poquito de ansiedad, esa persona miente. El organismo humano está fisiológicamente predispuesto a sentir estrés, es una reacción natural e involuntaria a situaciones que no podemos resolver instantaneamente, o situaciones que resultan simplemente incomodas. La ciencia habla de dos tipos de estrés, el Eustrés —proceso en el cual el organismo necesita adaptarse o resolver rápidamente un problema— y el Distrés —cuando el individuo se encuentra frente a un problema/situación que no puede resolver aún y causa efectos negativos en el organismo a largo plazo—. Confrontar a un amigo, admitir un error o incluso algo como pedir la parada en un autobús lleno de gente puede ocasionar estrés, por muy transitoria que esta sensación sea. 
Por supuesto, no todas las personas están configuradas para sentirse ansiosas por las mismas cosas. Lo que a una persona le parece lo más sencillo del mundo —hablar por teléfono, por ejemplo—, puede ser la pesadilla hecha realidad de otra — o la mayoría de los millennials, en este caso—. Es por esto que la reacción química mediada por los glucocorticoides que desata los síntomas del estrés está ligada a factores emocionales (frustración, temor, sensación de amenaza), estímulos externos (presión grupal, bloqueo de los intereses, no conseguir los objetivos) y fisiológicos (privación de necesidades fisiológicas, problemas psicológicos). Aquí es donde entra el factor patológico, manifestado como ansiedad, ataques de pánico, etc, pues en estos casos el estímulo suele ser uno considerado neutro por la mayoría de la población. 
Ahora, ¿a qué se debe toda esta perorata sobre el estrés? Estoy estresada, me siento ansiosa, a eso se debe. Algunos problemas en mi vida —que sé conscientemente que no son el fin del mundo— están causando que no pueda quedarme físicamente quieta (o presente acatisia, si se quieren poner técnicos), y no suficiente con que no pueda dejar de mover las piernas, no puedo concentrarme en una sola cosa. He ahí que abandonara el libro que estaba leyendo —Tower of Dawn, de Sarah J. Maas—, y después de tratar fallidamente de ver un capitulo de Vikings, decidiera escribir una entrada en el blog. Y qué mejor tema que el que me acosa ahora mismo. Además nunca está de más escribir sobre algo informativo y —como la nerd que soy—, me gusta enseñar. 

Así que me gustaría saber ¿qué te genera estrés? ¿cómo lo manejas? Y, ¿aprendiste algo de este post?

viernes, 17 de febrero de 2017

El fin del mundo. ¿O no?

Existe alguna persona que haya decidido hacerse algo en el cabello —llámese mechas, tinte, corte, etc.—, y que cuando se vea por primera vez, ¿le guste? 
Yo no lo creo. 
Yo creo que todos odiamos el cambio. Y estamos demasiado acostumbrados a vernos de la misma manera. 
Te pintas el cabello, no sale como te lo imaginabas en tu cabeza, lo odias, quieres llorar, te encierras en un cuarto, contemplas las razones de la vida y la muerte, deseas que el mundo acabe, decides afrontarlo, te ves en el espejo de nuevo, lo odias aun más, te vuelves a encerrar, sale, la gente te dice que quedo bonito, te dan algún truco para arreglarlo... 
Y al final, como a los tres días, lo aceptas. 
Aprendes a peinarte y arreglarte de una forma que favorezca el nuevo color/forma. 
El mundo continúa. 

martes, 31 de enero de 2017

Escribe una historia con: Brindis, reloj detenido, fuegos artificiales.

El viejo reloj en la pared marca las 23:12. 
Una mujer baja las escaleras apresuradamente. Lleva puesto un vestido rojo que abraza sus curvas y sus tacones negros resuenan contra el suelo de parqué. Con una mano se coloca un mechón de cabello caoba detrás de la oreja, mientras con la otra recoge un pequeño bolso de mano sobre la mesa. Mira la hora y suspira con alivio. Aún es temprano, pensó que había tardado más en arreglarse.
La víspera del año nuevo no ha terminado, aún tiene tiempo de llegar a la plaza, donde se supone que se encontraría con él. 
Si es que está ahí... Más temprano han tenido una pelea a gritos sobre algo que ahora le parece una estupidez. 
Debe llegar antes de las doce campanadas, o él pensará que no lo ama. 
Recoge su bolso y su pintalabios y se da una ultima mirada en el espejo. 
Escucha la explosión de fuegos artificiales. Luego el timbre. 
Contrariada se acerca a la puerta, pensando que es algún vecino que viene a dar el feliz año adelantado. 
Abre la puerta. Frente a sus ojos hay dos docenas de claveles rojos —sus favoritos—, los toma sorprendida y se encuentra frente a frente con su amado. 
—¿Qué... —empieza a decir, pero él la calla. 
—Cuando no llegaste, pensé que había terminado. Pero, ¿como puedo renunciar a ti tan fácilmente? —su mirada azul la paraliza, le hace pensar de nuevo en lo estúpida que fue su pelea. 
—¿Que no llegué? Pero si falta más de media hora, mira el... —antes de terminar la frase, se da cuenta y se echa a reír.
—¿El reloj? —pregunta el, sonriendo mientras la observa llorar de la risa. 
—Es que no le has cambiado la batería, te dije que nos traería problemas. Ya ves. 
—Tenías toda la razón —dice él, entrando y cerrando la puerta a su espalda—. Te prometo que te haré caso de ahora en adelante.
El la toma de la cintura y ella deja caer las flores para enredar su manos en su cabello. 
—Feliz año nuevo, amor mío.
Ella sonríe, y en su mirada hay adoración. 
—Feliz año nuevo princesa —se inclina para besarla. Se detiene a pocos centímetros. Se aleja. Ella lo mira confundida—, pero primero voy a cambiarle la batería al reloj. 
Ella ríe y niega con la cabeza, luego lo besa. 
Pronto olvidan el reloj detenido, amándose mientras en el cielo brillan los fuegos artificiales. 

***

Muchas vísperas de año nuevo después, tantas que duele contarlas, se encuentran una vez más en el recibidor de su hogar a las 12:00 del primer día del año. Rodeados de familia. De sus hijos y nietos. Ha llegado el momento del brindis. Todos se acercan para escuchar. Levantan las copas de champán.
—Otro año se fue, otro empieza. Este año quiero brindar por una cosa...
Todos esperan
—¡Por los relojes detenidos! ¡Salud!





domingo, 29 de enero de 2017

Sobre-expectativas.

Algunas veces quieres algo y obtienes algo diferente. 
La vida no es una maquina de conceder deseos. Eso está claro. 
Tienes que trabajar por las cosas que quieres, tienes que esforzarte. 
Sangre, sudor y lagrimas, como dice La Roca. 
Ser el más hambriento, el que trabaja más duro, da sus frutos, es cierto; pero también conlleva una gran cantidad de expectativas puestas sobre ti. Por querer ser el mejor, el que sobresale, el que obtiene la mayor puntuación y trabajar para lograr esa meta, pones sobre tus hombros una gran responsabilidad. 
No vas a defraudar a nadie si sacas un nueve en lugar de un diez. 
El mundo no va a terminar, no vas a destruir tu futuro.  
Entonces, ¿por qué te sientes decepcionado? 
Estas viviendo en una eterna competencia donde tu único rival eres tu mismo. 
Quieres ser mejor que tu yo anterior. Quieres superarte y conseguir más. 
Más éxito. Más reconocimiento. 
Es un camino peligroso si no sabes donde termina tu ambición y comienza tu ego. 
¿Estas haciendo esto por todas las razones correctas?
Aprender a ser un buen perdedor nunca fue una de tus prioridades. 
La vida no es una competencia. 
Esta bien querer destacar en lo profesional, pero no dejes que eso dicte como te sientes.  
Aprende a perder contigo mismo. Relájate y disfruta de los éxitos que has cosechado, no pienses solo en lo que pudiste hacer diferente o "mejor". 
Simplemente sé y haz lo mejor que puedas. 
Y sé feliz con los resultados. 

Ehh...

Hola.

Esto es raro.

¿Cómo empieza blogs la gente? Me siento un poco como una idiota, si soy honesta. 

Estoy escribiendo para que alguien lo lea, pero se que no hay nadie leyendo. 

Bueno, como sea.
Déjame decirte algo sobre mí. Tengo 19 años casi 20 y vivo en Venezuela. Soy estudiante de segundo, no, tercer año de enfermería y... Creo que eso es casi todo lo que hago. Me gusta leer. Me gusta la música, el cine y la televisión. Creo que eso me hace bastante promedio, la verdad. 
No soy de salir mucho o tener muchas amigas, aunque a veces me gustaría. 
Soy mas bien introvertida, de esa gente que se cansa de estar con otras personas y luego tiene que ir a recostarse un rato para recuperarse. 
Acabo de terminar el 2do año de la carrera y bueno, me siento un poco depre, no porque no me guste lo que estudio, sino porque cuando no estoy estudiando como que no tengo más nada que hacer. Siempre me pasa eso el primer y segundo día que salgo de vacaciones, es como si mi vida no tuviera propósito. Luego se me pasa y no quiero empezar clases otra vez. Necesito un hobby. Aparte de leer, porque no se si soy la única, pero a veces cuando leo un libro me cuesta salirme de ese universo y formar parte del mundo real, y eso no es bueno para mi ahorita. 
Quiero aprender a hablar alemán. ¿alguno de ustedes personas que no están leyendo esto sabe hablar otro idioma?
Yo sé hablar ingles, soy bastante buena, aunque lo diga yo misma. En realidad, empecé a escribir esto en ingles y luego cambié de opinión. 
En fin, no estoy segura de por que empecé a escribir esto. Supongo que podría ser mi hobby. Escribir reseñas de algún libro que lea o algo así. Pondré un link de mi Goodreads y todo. 
Mmm, quizá hasta recetas. Aunque no prometo nada. 

Aún me siento tonta escribiendo esto. 

Adiós.